Casablanca: la Gran Mezquita
Si vas a Casablanca, y acabas de descubrir que la famosa película se rodó íntegramente en Estados Unidos, lo más importante que te queda por hacer es ir a ver la Mezquita de Hassan II. Aquí la llaman la Gran Mezquita, pero sólo hace falta buscar un poco para ver que ese título está bastante disputado
Ubicada en un terreno que se le ha ganado al mar, el contraste con los barrios cercanos es bastante grande, y no me estraña que hubiera tanta polémica con es coste de su construcción, teniendo en cuenta entre los edificios cercanos hay algunos bastante deteriorados, en barrios con no demasiada buena pinta.
En cualquier caso, la Mezquita es un templo vivo y con mucho movimiento, y alrededor suyo están constantemente los habitantes de la ciudad haciendo su vida diaria: paseando, bañándose en el mar (incluso cuando el temporal levanta olas que da miedo verlas de lejos), y, por supuesto, entrando en las horas de horación.
Para los turistas, sólo se puede entrar a horarios concretos, y en visitas guiadas, lo cual es algo coñazo después de haber paseado tranquilamente por las mezquitas de Estambul sin ningún tipo de problema.
Una vez dentro, la visión es espectacular, ya que la mayor parte del edificio forma una única sala, con una cubierta que se puede abrir casi por completo (si vuelvo alguna vez, espero tener suerte y poder pillarla abierta, porque debe ser algo digno de verse).
Quizá, acostumbrado a catedrales cristianas, o a otros monumentos de tamaño similar, uno no se da cuenta del tamaño porque hay pocas referencias al tamaño real de las paredes, hasta que ves a alguna pequeña figura humana situarse a contraluz al lado de un muro de un muro.
El la parte inferior, a la que se accede desde la base del minarete, está la zona dedicada a las abluciones, con una hilera de fuentes con forma de flor de loto (en uso actualmente), y un hammam que nunca ha llegado a utilizarse desde su construcción.