un mal momento para el mundo

Creo que esto es algo de lo que no se debería hablar en un medio que, por mucho que intentemos caldear los bloggers con sentimientos y opiniones, sigue siendo frío para muchas cosas, pero hay veces que uno no se atreve a seguir con temas intranscendentes hasta que no se liberen los nudos que se obstinan por quedarse en la garganta.

Supongo que hay cosas que siempre son iguales, y otras que nunca sabes como van a ser, y perder a una de las personas más importantes de tu vida es una mezcla de las dos cosas. Si eres capaz de adelantarte algo así y pensar en ello, uno sabe que va a sufrir por no poder estar a la altura en esa última frase de la que siempre vas a arrepentirte, sabe que vas a llorar cuando no toque, y cuando esperen de tí un llanto te acordarás de un buen momento y no podrás evitar una sonrisa, y uno también cree estar preparado para todos esos momentos en que de repente tu subconsciente te traiciona y durante unos segundos hablas de quien no está como si no se hubiera ido nunca. Uno sabe todo eso, y aún así, nada te prepara para cuando todo ocurre, aunque los médicos te hubieran dado ya el titular y la noticia, olvidándose sólo de poner la fecha.

No sé si mi madre era la mejor persona del mundo, pero en mi mente siempre lo será. Creía que en tantos meses que se estuvo yendo había llorado todo lo que se podía llorar, y aquí estoy con una lágrima que no quiere caer, mientras mi gato se obstina en usarme de muñeco antiestrés antes de dormirse sobre mi barriga. Ella no quería que llorase, pero estoy seguro de que sabrá comprenderme. Nunca he tenido la osadía de aventurar si los que no están siguen estando, y ahora no es algo en que quiera pensar, pero sé que si ella pudiera hablar conmigo me pediría que siguiera hablando de cosas intranscendentes.

Gracias por el consejo, mamá, y perdón a todos por este alto en el camino. El espectáculo debe continuar, y mi vida, para bien o para mal, no se ha parado. Permanezcan atentos a sus pantallas.

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