no troubles in little China

Skyline

Ayyy… tenía pendiente desde hace demasiado tiempo la renovación del blog, y se me han acumulado demasiadas cosas :S

¿Sabéis que me compré una Leica? ¡Por fin!
Después de mucho tiempo mirando, buscando, ahorrando y babeando, me decidí a vender la parte del equipo que necesitaba para comprar una Leica M8, que inauguré con el mangífico Voigtlander Nokton 40mm f1.4 que tan bien me había ido con la Olympus.

Mientras aprendía a sacarle partido, tuve que apresurarme a montar un equipo de emergencia porque acabé de planificar, con algo de prisas, un esperadísimo viaje a China que tenía pendiente hacía demasiado tiempo :)

El Flautista de Hanghzou

Así que nada, con alguna venta más pude hacerme con los dos objetivos más baratos que encontré en sus respectivas focales, aunque también de calidad garantizada (dentro de su gama, claro): un Voigtlander Skopar 21mm f4, y un Minolta Rokkor 90mm f4.

Teniendo en cuenta el factor de recorte del sensor de la Leica (1.3x), ya tenía un kit para casi cualquier cosa, más o menos equivalente a 28mm / 50mm / 115mm en el formato completo de las Leica de toda la vida.

El barbero de Daxu

Mi experiencia con ella en el viaje fue una montaña rusa entre lo mejor y lo peor de la fotografía: para las fotos pausadas y tranquilas, descubrí que adoraba la cámara y lo pasaba genial haciendo fotos.

El problema es que, en un tour organizado, en algunos de los sitios más turísticos de un país con una cuarta parte de la población mundial, ese tipo de fotografía no abundaba: en cambio, me las ví y me las deseé para traerme fotografías de recuerdo de muchos sitios.

Recuerdo por ejemplo tener que explicar, cada vez que alguien se ofrecía a hacernos una foto, cómo funcionaba el encuadre y el enfoque en un cámara telemétrica. Al final nuestros compañeros de viaje tuvieron que aprender a manejarla, pero me llevé a casa muchas fotos desenfocadas, desencuadradas o, aún peor, inexistentes.

El impresionante Lago del Oeste
Aún peor fue el polvo y la suciedad: cerca del desierto en el Norte, con muchísima humedad en el Sur, y cambiando continuamente de objetivo, la cámara se llenó de polvo hasta un nivel que nunca había podido imaginar, con decenas de manchas en todas las fotos, incluso a plena apertura.

Para completarlo, había dejado en casa la pera de goma, y por supuesto tampoco llevaba nada para limpiar el objetivo, así que me vi peregrinando de ciudad en ciudad, sin que nadie entendiera español ni inglés, buscando una tienda de fotografía que me vendiera algo para limpiar el sensor.

Al final encontré un servicio técnico de Canon en Guilin, al que entré justo cuando bajaban la reja para cerrar, y por mímica conseguí hacerle entender que necesitaba soplarle al sensor. El amable dependiente me dejó su pera de aire, y pude salir del paso hasta el final del viaje.

Ganchillo

Si quieres ver las fotos, puedes ver la galería completa en Flickr, donde como siempre están sólo las que he querido destacar, y que no tienen por qué ser en absoluto una representación del viaje.

De hecho, podréis ver cómo no hay ninguna de La Gran Muralla o La Ciudad Prohibida, tan masificadas que perdían todo el interés fotográfico.

Como moraleja fotográfica de este viaje, me quedo una: siempre es aconsejable llevar una buena compacta todoterreno (o una Olympus E-P2 con un 14-140, quién sabe :)) para despreocuparte de las fotos «que tienes que hacer», y disfrutar de las demás con toda la tranquilidad del mundo.

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