algo en lo que creer

Hace poco, un amigo me aconsejó suscribirme al RSS de el retorno de los charlatanes, un genial blog de un escéptico convencido (personalmente, creo que demasiado, y es que lo extremadamente bueno peligra de no llegar a ser tan bueno como lo simplemente bueno, pero eso es otra historia). Leyéndolo me he dado cuenta de que no estoy tan sólo en mi escepticismo como la sociedad me hace creer, pero cada vez estoy menos seguro de que eso de ser escéptico tenga su morbillo.

Echando un vistazo ahí fuera, todo el mundo parece creer con fé ciega en cosas fuera de la razón. Desde luego tenemos el referente claro de la religión, que nació con el espíritu de la ciencia (crear hipótesis para definir lo que no se podía explicar), pero que se quedó a medio gas, cuando empezó a negarse a invalidar las teorías que se iban refutando, y que desde hace tiempo se ha convertido en un valium para la conciencia, para evitar a las masas el esfuerzo de plantearse las cosas complejas. Fuera de la religiónm pero no demasiado lejos, tenemos a sectarios, futurólogos, ufólogos, ocultistas y otros bichejos, a los que mostrarles la verdad que choca con sus afirmaciones sólo reafirma sus ideas o sus ganas de estafar (que de todo hay). Y ahí siguen.

Y hasta aquí estaba yo escribiendo esta entrada en mi blog, orgulloso de mi escepticismo, cuando le ha dado al equipo local por triunfar, y todos los futboleros del mundo han llenado las calles, desbordantes de felicidad, como si quisieran putearme demostrándome que la fe ciega (porque, al fin y al cabo, aquí uno es del Bevilla o del Betis con la misma devoción con la que es de la Macarena o del Gran Poder) les hace vivir la vida mejor y más intensamente que yo, y lo jodido es que seguramente tengan razón. :-(

Y es que, reconozcámolo, ser escéptico compulsivo es una jodienda, y le lleva a uno a una moderación y una neutralidad compulsiva que hace que uno tenga que emocionarse sólo con las cosas cercanas. Me dais envidia, puñeteros, todos los que podéis llenar vuestra vida de golpe con una victoria futbolera, con un mensaje papal o con que vuestro partido se lleve unas elecciones. ¿Con qué coño me emociono yo?

Porque claro, uno siempre se puede emocionar con su familia, con su novia o con sus amigos, pero no me negaréis que vosotros jugáis en una división distinta, porque mis pequeñas emociones no se las puedo contar a nadie sin que me acabe mirando con cara rara. ¿Os imagináis que pasaría si saliera con el coche pitando de madrugada para que todo el mundo se entere de que a mi novia le ha hecho gracia un chiste malo? Pues eso… :-m

Y mira que devoro los periódicos y los telediarios, pero no se me ocurre ninguna noticia que de verdad me haga sentir experiencias religiosas, como al enriquito iglesias. Cada día me siento a esperar que algún día encontremos un sustituto barato y ecológico del petróleo, que vengan unos colegas hippies y fumetas del espacio que nos borren las fronteras, o que alguien encuentre una fórmula infalible para que todo el mundo trabaje sólo cuando le de la gana, pero hasta entonces creo que seguiré sufriendo viendo vuestras alegrías indescriptibles en silencio, mientras me aferro con orgullo a mi racionalidad.

Un día de estos mando todo a tomar por culo y hago un verdadero pastafari, convencido y con conocimiento de causa. Total, puestos a darle importancia a lo irracional, por lo menos lo hago con estilo, ¿no? 8-)

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